Soy igual que tú... no me margines
soy distinta a ti, no me lastimes.
Tú que puedes correr, tu andar aquieta
así pueden mis pasos seguirte cerca.
Si Dios te dio visión y yo no tengo,
dime con tus palabras cómo es el cielo.
Si tú puedes hablar y yo no puedo
sabes que con mis manos digo: "te quiero".
Y si miro tus labios habla sin prisa
así puedo entender lo que me digas.
Muy poco necesito, que me respetes,
tengo un alma blanca para quererte.
No tengo la suerte que Dios te ha dado,
igual soy feliz, dame tu mano.
Puedes con tus pies correr las calles,
el color de las flores ver cuando nacen,
la risa de los niños... oír sus gritos...
Quizás, no comprendes lo que te pido
acomoda tu paso al lado mío...
Descríbeme el color del sol tan tibio.
No me mires curioso, porque me duele.
Da gracias al Señor por lo que tienes.
Soy igual que tú, aunque te extrañes,
siento el mismo dolor, aunque lo calle.
Tengo la inocencia que tú has perdido,
acompáñame amigo por el camino...
Aunque no comprenda algunas cosas,
cuando tú no sonríes, mi alma llora.
de María Isabel Sproatt
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